Los padres tienen buenos propósitos para sus hijos. Ocurre muchas veces que, sin querer, en la mayoría de las veces, no saben cómo llevarlos a cabo, cometen equivocaciones mediante las que, en la mayor parte de las veces, hacen daño a sus hijos.
A menudo estos errores son recurrentes. Es decir, suceden una y otra vez y no se corrigen ni se reparan. Esto ocurre no solo con los hijos, sino que también sucede con las personas que amamos en general.
No es necesario que los padres sean perfectos
Es muy importante que los padres vean al bebé y al niño como un ser individual desde el principio y no proyecten su yo con el del niño.
Por ejemplo, si el bebé llora es “porque me odia” “porque me manipula”.
En este sentido es muy importante que los padres se sientan valorados para que pueden comprender a su hijo.
Por ello es necesario que los padres contengan sus propios sentimientos intensos.
Qué duda cabe que los niños provocan en los padres sentimientos intensos muchas veces provenientes de sus propias experiencias vitales.
Cuando los padres están enfadados y estresados es necesario regular sus propios sentimientos primero, porque la parte pensante del cerebro no puede pensar con claridad. Al calmarse es cuando los padres se pueden conectar con su hijo. Así es posible pensar sobre los sentimientos y sentir lo que se piensa.
La importancia de las experiencias infantiles para la vida adulta
En este sentido el psicólogo malagueño Manuel Hernández Pacheco ha escrito un interesante libro: ¿Por qué la gente a la que quiero me hace daño? ,en el que explica desde la perspectiva del apego, la importante relación que existe entre los problemas de salud que muchas personas sufren en su vida de adultos: adicciones, timidez y vergüenza, depresión, ansiedad, trastornos obsesivos compulsivos, problemas alimenticios como la obesidad relacionados con las experiencias adversas de la infancia y carencias afectivas que han sufrido en su infancia.
La razón de ello explica Manuel es que:” aprendemos el 80% de lo que sabemos en los primeros cuatro años de vida, todo lo que adquiramos posteriormente estará teñido por estos aprendizajes primarios”
Es posible reparar las experiencias adversas de la infancia y llevar una vida de plenitud y felicidad.
Por ello, si estás sufriendo de adicciones, depresión, ansiedad, ataques de pánico, timidez, trastornos obsesivos compulsivos, alimenticios, problemas en la relación con tu pareja y tu vida es miserable.
No te quedes quieto, puedes curar tus heridas emocionales y psicológicas tener una vida plena, dichosa y feliz.
Para ello mira bien en manos de quién te pones porque puedes incluso ponerte peor.
Yo te ofrezco años de experiencia y numerosos éxitos con mis clientes para que puedas llevar una vida plena y no te seas más un yonki amor.